Salusa Secundus
Supongo que me gustaría vivir en un mundo más justo y tranquilo. Una utopía de felicidad y buen rollo, donde profesiones como la mía no tengan cabida.
Pero por desgracia me rodea un mundo que se oscurece con cada nuevo amanecer. Una sociedad donde sí existen tipos como yo, donde lo que hago está -además- muy bien remunerado. Ya no sé como llegué a ser lo que soy, he renunciado a intentar comprenderme. Y, por supuesto, a intentar comprender a los demás, a esa masa informe de gente perdida en un laberinto de amenazas, desilusiones y problemas que llamamos humanidad.
Y es que el problema no es intentar comprender sino el hecho de que para poder intentarlo necesitas pensar. Y pensar es algo tremendamente peligroso. Es una navaja de doble hoja, una hoja que por cierto siempre está más afilada del lado que puede cortar al que la empuña. Y en mi último encargo sufrí estas consecuencias.
Todo empezó como siempre, con una llamada de algún superior para que te presentes en su despacho o en cualquier otro sitio que resulte acorde con la información que te van a entregar. Y no pensé, no le di ninguna vuelta al asunto, parecía facil un objetivo poco defendido y desprevenido. Debería haberme parecido raro pero solo me pareció inusual supongo que por las pogas ganas que tengo ya de pensar en lo que me rodea, como comente antes. Lo demas fué lo habitual: preparar el material, organizar el viaje -muy previsoramente nunca te asignan un objetivo de tu zona- y planear la vigilancia y ejecucion del mandato. Extraño mandato por cierto ya que exigia que el objetivo fuese eliminado al modo francotirador y entre las cejas. Primer error humano: callarse, no sospechar.
Todo fue bien hasta que, quien lo podría haber pensado, los planes fueron trastocados por un fallo imprevisible. Se estropeó la mira telescópica de mi rifle. Fallo el acomplamiento de la misma al rifle mientras observaba al objetivo y como consecuencia terminó sus dias de servicio a mis ojos rota en el suelo. Ese fué el primer y único error técnico. El segundo error humano fué no haber llevado una de repuesto con lo que me ví abocado a, como mínimo, un día de espera hasta recibir una nueva de un contacto que tenía en el lugar.
Mantuve mi vigilancia aunque con los prismáticos y los microfónos direccionales, lo que me permitió empezar a conocer a mi objetivo. Es muy duro saber que puedes llegar a conocer a una persona que jamás conseguirá hacer lo correspondiente contigo. Y me pareció buena persona, lo cual en mi trabajo es un incordio pero nunca puede ser un impedimento. Pero a medida que pasaba el tiempo me convencía más y más de que no encajaba, de que habia algo extraño. No me parecia un objetivo peligroso, de hecho ni siquiera me parecía un objetivo. Una persona tranquila que llegaba más o menos todos los días a su casa y se divertía tranquilamente distrutando de un cafe o de un libro. No fuí capaz de entender donde podría residir el peligro de alguien así. Empeze a seguirle ya que por parecer buena persona o llevar una tranquila intimidad nunca se puede saber como se comporta la gente en otras situaciones.
Siguiendole las cosas empeoraron, iba a su trabajo -no voy a decir cual- cumplía de una manera eficiente, se reunía con sus amigos -sin saber que quizás esa tertulia fuese la última- y despues volvía a su casa o hacía la compra o... Entonces cometí el tercer error humano. Pensé y dudé.
Me puse en contacto con mis superiores para aclarar el asunto. Preguntar si no había alguna confusión, que a mi me parecía que ese no podía ser un objetivo. Tuve que oir de todo, bueno de todo no: solo terminos muy desagradables. Finalmente me "sugirieron" que si no lo hacía yo mandarían a otro y que "procederían a una análisis imparcial de mis capacidades", suena raro, suena mal.
Asi que una vez que tuve el rifle acoplado a mi nueva mira telescópica cumplí mis ordenes. ¿Qué conseguía no haciendolo? ¿Qué lo matasen igual? ¿Que me "evaluasen imparcialmente"?. Supongo que fuí egoista y tanto o más inhumano, pero no sé -ni ahora mismo lo sé- que es lo que podría haber hecho.
Evidentemente al volver me vi sometido a todo tipo de preguntas y juicios ajenos de mis jefes. Largas charlas -educadas, eso sí- sobre mis dudas y mi comportamiento. Incluso otros mercenarios me preguntaron sobre el encargo. ¿Comó no te diste cuenta? ¿Por qué no lo sospechaste?, etc. Y es que al final fuí el unico que no se había dado cuenta de que me estaban poniendo a prueba. Claro que no era un objetivo, ni una amenaza para nadie. Tan solo era un prueba de confianza, un examen, que la gente que me paga quería hacerme.
Cumplí con sus expectativas, con ligeras dudas, pero nada mas. Cumplí. Y mientras tanto debí aguantar a mucha gente evaluando y analizando mi comportamiento. Necesitaban juzgarme para "poder asignarme encargos más críticos". Increible...
Pero de lo que parece que nunca se darán cuenta es de algo tremendamente sencillo, al menos para mí. Y es que cada vez que juzgamos a alguien por sus decisiones concretas mas que por sus actos globales, cada vez que obviamos nuestro propio pensar y comportamiento al juzgar a otro, en realidad no somos su juez sino nuestro propio verdugo.
Es un mundo injusto, que se supone que te hace más fuerte. Pero más fuerte...¿en qué?.
Pero por desgracia me rodea un mundo que se oscurece con cada nuevo amanecer. Una sociedad donde sí existen tipos como yo, donde lo que hago está -además- muy bien remunerado. Ya no sé como llegué a ser lo que soy, he renunciado a intentar comprenderme. Y, por supuesto, a intentar comprender a los demás, a esa masa informe de gente perdida en un laberinto de amenazas, desilusiones y problemas que llamamos humanidad.
Y es que el problema no es intentar comprender sino el hecho de que para poder intentarlo necesitas pensar. Y pensar es algo tremendamente peligroso. Es una navaja de doble hoja, una hoja que por cierto siempre está más afilada del lado que puede cortar al que la empuña. Y en mi último encargo sufrí estas consecuencias.
Todo empezó como siempre, con una llamada de algún superior para que te presentes en su despacho o en cualquier otro sitio que resulte acorde con la información que te van a entregar. Y no pensé, no le di ninguna vuelta al asunto, parecía facil un objetivo poco defendido y desprevenido. Debería haberme parecido raro pero solo me pareció inusual supongo que por las pogas ganas que tengo ya de pensar en lo que me rodea, como comente antes. Lo demas fué lo habitual: preparar el material, organizar el viaje -muy previsoramente nunca te asignan un objetivo de tu zona- y planear la vigilancia y ejecucion del mandato. Extraño mandato por cierto ya que exigia que el objetivo fuese eliminado al modo francotirador y entre las cejas. Primer error humano: callarse, no sospechar.
Todo fue bien hasta que, quien lo podría haber pensado, los planes fueron trastocados por un fallo imprevisible. Se estropeó la mira telescópica de mi rifle. Fallo el acomplamiento de la misma al rifle mientras observaba al objetivo y como consecuencia terminó sus dias de servicio a mis ojos rota en el suelo. Ese fué el primer y único error técnico. El segundo error humano fué no haber llevado una de repuesto con lo que me ví abocado a, como mínimo, un día de espera hasta recibir una nueva de un contacto que tenía en el lugar.
Mantuve mi vigilancia aunque con los prismáticos y los microfónos direccionales, lo que me permitió empezar a conocer a mi objetivo. Es muy duro saber que puedes llegar a conocer a una persona que jamás conseguirá hacer lo correspondiente contigo. Y me pareció buena persona, lo cual en mi trabajo es un incordio pero nunca puede ser un impedimento. Pero a medida que pasaba el tiempo me convencía más y más de que no encajaba, de que habia algo extraño. No me parecia un objetivo peligroso, de hecho ni siquiera me parecía un objetivo. Una persona tranquila que llegaba más o menos todos los días a su casa y se divertía tranquilamente distrutando de un cafe o de un libro. No fuí capaz de entender donde podría residir el peligro de alguien así. Empeze a seguirle ya que por parecer buena persona o llevar una tranquila intimidad nunca se puede saber como se comporta la gente en otras situaciones.
Siguiendole las cosas empeoraron, iba a su trabajo -no voy a decir cual- cumplía de una manera eficiente, se reunía con sus amigos -sin saber que quizás esa tertulia fuese la última- y despues volvía a su casa o hacía la compra o... Entonces cometí el tercer error humano. Pensé y dudé.
Me puse en contacto con mis superiores para aclarar el asunto. Preguntar si no había alguna confusión, que a mi me parecía que ese no podía ser un objetivo. Tuve que oir de todo, bueno de todo no: solo terminos muy desagradables. Finalmente me "sugirieron" que si no lo hacía yo mandarían a otro y que "procederían a una análisis imparcial de mis capacidades", suena raro, suena mal.
Asi que una vez que tuve el rifle acoplado a mi nueva mira telescópica cumplí mis ordenes. ¿Qué conseguía no haciendolo? ¿Qué lo matasen igual? ¿Que me "evaluasen imparcialmente"?. Supongo que fuí egoista y tanto o más inhumano, pero no sé -ni ahora mismo lo sé- que es lo que podría haber hecho.
Evidentemente al volver me vi sometido a todo tipo de preguntas y juicios ajenos de mis jefes. Largas charlas -educadas, eso sí- sobre mis dudas y mi comportamiento. Incluso otros mercenarios me preguntaron sobre el encargo. ¿Comó no te diste cuenta? ¿Por qué no lo sospechaste?, etc. Y es que al final fuí el unico que no se había dado cuenta de que me estaban poniendo a prueba. Claro que no era un objetivo, ni una amenaza para nadie. Tan solo era un prueba de confianza, un examen, que la gente que me paga quería hacerme.
Cumplí con sus expectativas, con ligeras dudas, pero nada mas. Cumplí. Y mientras tanto debí aguantar a mucha gente evaluando y analizando mi comportamiento. Necesitaban juzgarme para "poder asignarme encargos más críticos". Increible...
Pero de lo que parece que nunca se darán cuenta es de algo tremendamente sencillo, al menos para mí. Y es que cada vez que juzgamos a alguien por sus decisiones concretas mas que por sus actos globales, cada vez que obviamos nuestro propio pensar y comportamiento al juzgar a otro, en realidad no somos su juez sino nuestro propio verdugo.
Es un mundo injusto, que se supone que te hace más fuerte. Pero más fuerte...¿en qué?.
5 Comments:
Es un trabajo que has escogido tú, y es un trabajo muy duro si tienes conciencia, deberías saberlo.
El mundo unas veces es justo contigo, otras veces no, de todo se aprende. Hay veces que lo que sacarás será más fortaleza frente a las adversidades, otras veces paciencia.
Una cosa más: las decisiones concretas forman los actos globales.
Un beso.
11:55 a. m.
Tuxina, pareces batusai disfrazado xDD q cousas!
12:08 p. m.
No todos escogemos lo que somos o lo que hacemos. Quizás algunos afortunados puedan ser completamente dueños de sus vidas, pero creo q son los menos.
Y en cuanto a lo de las decisiones concretas...No estoy de acuerdo, las decisiones concretas son elementos aislados. Y la suma de estos elementos aislados da como resultado un conjunto de decisiones. Son las sinergías entre los componentes los que forman la globalidad.
La vida, ese conjunto de actos globales, es mayor que la suma de sus partes.
6:49 p. m.
Siempre puedes elegir. Pudiste haber elegido no realizar esa misión, pero decidiste llevarla a cabo. Todas las decisiones que tomamos marcan el camino de nuestra vida, pero lo que siempre debes hacer es asumir los riesgos que corres y sobre todo ser indiferente a los comentarios de los demás.
Un Beso.
PD: Te voy a regalar una caja de aspirinas.... :p
11:32 a. m.
Yo estoy de acuerdo con Tigra.
Cada uno es responsable de sus actos y consecuencias. Como diría mi abuela refranera "cada un que apañe co seu".
Ea, queda dicho xD
Besiños.
11:05 p. m.
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