A.S.A.P.
No siempre ni tan siquiera a veces, tan sólo muy de vez en cuando nos preguntamos por donde podríamos haber ido. Si algo nos gusta a los seres humanos es pensar -para algo se supone que es lo que nos diferencia del resto de animales- aunque bien es cierto que a algunos más que a otros. Y por que negarlo, también es cierto que existen individuos que lo hacen con mayor acierto que algunos menos dados a la extracción o inferencia de nuevo conocimiento a partir del conjunto formado -o deformado, según se mire- por nuestra sabiduría, experiencias, conocimientos adquiridos y relaciones entre ellos.
Como a estas alturas es algo que todo aquel que me conoce sabe, a mi me encanta pensar. Quizá lo haga en exceso. ¿Eso es bueno o malo?, ¿por qué ha de ser necesariamente bueno o malo?. Pues despues de darle muchas vueltas a estas preguntas -os recuerdo que me encanta pensar- no sabría que responder de manera concreta. Lo mejor que se me ocure es decir "pues no lo se, pero es mi hobby". Y no creo que sea peor que coleccionar sellos, sin duda una de las perversiones sexuales más aberrantes, o construir maquetas de trenes, afición motivada sin duda por la necesidad de reescalar el entorno para adecuarlo a un grave complejo hipofálico.
Y asi como un sello de hace tres siglos con la estampa de Napoleon conmemorando la conquista de Mansilla de las Mulas o la miniatura de la primera locomotora que aplastó una gallina en un ignominioso paso a nivel pueden ser la panacea de un coleccionista de sellos y de un constructor de maquetas respectivamente, el culmen, el éxtasis catártico de aquellos a los que nos gusta pensar es sin duda la siguiente pregunta:
Si pudiese cambiar tal cosa, ¿cómo sería todo lo demás?.
Pregunta sencilla que nos lleva durante un tiempo infinito por los más extraños parajes que nuestra imaginación pueda componer para nosotros. Puede que lo que realmente haga esta duda es mostrarnos que no estamos, o más bien no nos sentimos, plenamente identificados con nuestra realidad actual. Con nuestra forma de vivir, sentir, pensar,...
Claro que al igual que lo expuesto en el párrafo anterior puede ser, por contradictorio que parezca, todo lo contrario. Esto es, si nos encontramos tan a gusto con nosotros mismos y con lo que nos rodea entra en juego lo que me gusta denominar impulso constructivo / destructivo. Por que una vez que tenemos lo que deseamos, una vez que hemos conseguido aquello por lo que hemos luchado denodadamente ¿qué podemos hacer aparte de disfrutarlo?. Desaparece el placer de la lucha por unos objetivos y, de igual manera, se diluye el placer inmediato provocado por la consecución de unas metas. Lo que nos lleva a pensar en como cambiarían las cosas si hubiese sucedido o hubiésemos hecho algo distinto a lo que nos llevó a nuestro estado actual de completitud porque aunque lo hemos logrado despues de tanto luchar...¿Acaso no pudiera ser que fuésemos más felices todavía?. Y muchas veces acabamos destruyendo lo que hemos construido para volver a empezar desde cero en la busqueda de nuevas metas, disfrutando de nuevo del hecho de afrontar un reto.
Otras veces sin embargo no somos capaces de afrontar nuevos desafíos. Bien por que aún estamos disfrutando de los logros obtenidos, bien por que no somos capaces de afrontar unos cambios que no sabemos a donde nos pueden llevar -vuelta a pensar- o bien por que no tenemos la oportunidad de abandonar la senda por la que discurre en un determinado momento nuestra existencia. Es este último caso el mas interesante por que si no tenemos la oportunidad de hacer y/o lograr algo es precisamente esa incapacidad impuesta -por el motivo que sea- lo que lo convierte en más atractivo, necesario y estimulante.
Parece que son estas ocasiones las que justificarían mejor el pensar en que podriamos hacer para reenfocar el problema, o que hubiese sucedido de haber tomado cierto tipo de linea de acción en vez de la que finalmente tomamos. Pensamientos y razonamientos que nos podrían llevar a un mejor conocimiento de nosotros mismos, de los demás, de lo que hace que una meta concreta nos sea vetada en ese determinado momento. Ideas y conjeturas que podrían hacer que la siguiente vez que nos enfrentasemos a ese -o similar- problema pudiesemos encararlo con mayores garantías de éxito.
Y sin embargo no lo hacemos, y la pregunta que inevitablemente ha de acudir a nuestras mentes resulta increiblemente sencilla: ¿Por qué?. Pues tras mucho tiempo dedicado a mi hobby he llegado a una conclusión igual de concreta. Pues no lo hacemos por que en esos momentos la frustración o desesperación por no conseguir lo que deseamos, o la necesidad creada entorno a nuestro objetivo hace que no pensemos y que nos dejemos llevar por herramientas como el instinto o la intuición.
Sencillamente no pensamos, por que es más rápido actuar que meditar. Es enormemente más gratificante la descarga de adrenalina de actuar por impulso que la aparente sensación de desidia provocada al cesar en nuestras embestidas y sentarnos a observar para lograr cierta perspectiva sobre la muralla que pretendemos franquear.
No pensamos por que lo que queremos lo queremos ya.
Lo necesitamos As Soon As Possible.
Como a estas alturas es algo que todo aquel que me conoce sabe, a mi me encanta pensar. Quizá lo haga en exceso. ¿Eso es bueno o malo?, ¿por qué ha de ser necesariamente bueno o malo?. Pues despues de darle muchas vueltas a estas preguntas -os recuerdo que me encanta pensar- no sabría que responder de manera concreta. Lo mejor que se me ocure es decir "pues no lo se, pero es mi hobby". Y no creo que sea peor que coleccionar sellos, sin duda una de las perversiones sexuales más aberrantes, o construir maquetas de trenes, afición motivada sin duda por la necesidad de reescalar el entorno para adecuarlo a un grave complejo hipofálico.
Y asi como un sello de hace tres siglos con la estampa de Napoleon conmemorando la conquista de Mansilla de las Mulas o la miniatura de la primera locomotora que aplastó una gallina en un ignominioso paso a nivel pueden ser la panacea de un coleccionista de sellos y de un constructor de maquetas respectivamente, el culmen, el éxtasis catártico de aquellos a los que nos gusta pensar es sin duda la siguiente pregunta:
Si pudiese cambiar tal cosa, ¿cómo sería todo lo demás?.
Pregunta sencilla que nos lleva durante un tiempo infinito por los más extraños parajes que nuestra imaginación pueda componer para nosotros. Puede que lo que realmente haga esta duda es mostrarnos que no estamos, o más bien no nos sentimos, plenamente identificados con nuestra realidad actual. Con nuestra forma de vivir, sentir, pensar,...
Claro que al igual que lo expuesto en el párrafo anterior puede ser, por contradictorio que parezca, todo lo contrario. Esto es, si nos encontramos tan a gusto con nosotros mismos y con lo que nos rodea entra en juego lo que me gusta denominar impulso constructivo / destructivo. Por que una vez que tenemos lo que deseamos, una vez que hemos conseguido aquello por lo que hemos luchado denodadamente ¿qué podemos hacer aparte de disfrutarlo?. Desaparece el placer de la lucha por unos objetivos y, de igual manera, se diluye el placer inmediato provocado por la consecución de unas metas. Lo que nos lleva a pensar en como cambiarían las cosas si hubiese sucedido o hubiésemos hecho algo distinto a lo que nos llevó a nuestro estado actual de completitud porque aunque lo hemos logrado despues de tanto luchar...¿Acaso no pudiera ser que fuésemos más felices todavía?. Y muchas veces acabamos destruyendo lo que hemos construido para volver a empezar desde cero en la busqueda de nuevas metas, disfrutando de nuevo del hecho de afrontar un reto.
Otras veces sin embargo no somos capaces de afrontar nuevos desafíos. Bien por que aún estamos disfrutando de los logros obtenidos, bien por que no somos capaces de afrontar unos cambios que no sabemos a donde nos pueden llevar -vuelta a pensar- o bien por que no tenemos la oportunidad de abandonar la senda por la que discurre en un determinado momento nuestra existencia. Es este último caso el mas interesante por que si no tenemos la oportunidad de hacer y/o lograr algo es precisamente esa incapacidad impuesta -por el motivo que sea- lo que lo convierte en más atractivo, necesario y estimulante.
Parece que son estas ocasiones las que justificarían mejor el pensar en que podriamos hacer para reenfocar el problema, o que hubiese sucedido de haber tomado cierto tipo de linea de acción en vez de la que finalmente tomamos. Pensamientos y razonamientos que nos podrían llevar a un mejor conocimiento de nosotros mismos, de los demás, de lo que hace que una meta concreta nos sea vetada en ese determinado momento. Ideas y conjeturas que podrían hacer que la siguiente vez que nos enfrentasemos a ese -o similar- problema pudiesemos encararlo con mayores garantías de éxito.
Y sin embargo no lo hacemos, y la pregunta que inevitablemente ha de acudir a nuestras mentes resulta increiblemente sencilla: ¿Por qué?. Pues tras mucho tiempo dedicado a mi hobby he llegado a una conclusión igual de concreta. Pues no lo hacemos por que en esos momentos la frustración o desesperación por no conseguir lo que deseamos, o la necesidad creada entorno a nuestro objetivo hace que no pensemos y que nos dejemos llevar por herramientas como el instinto o la intuición.
Sencillamente no pensamos, por que es más rápido actuar que meditar. Es enormemente más gratificante la descarga de adrenalina de actuar por impulso que la aparente sensación de desidia provocada al cesar en nuestras embestidas y sentarnos a observar para lograr cierta perspectiva sobre la muralla que pretendemos franquear.
No pensamos por que lo que queremos lo queremos ya.
Lo necesitamos As Soon As Possible.
2 Comments:
Después de darle vueltas y vueltas a esto (a mi también me gusta pensar) me he decantado por lo siguiente:
- A todos nos gusta pensar que habría sido si hubieramos elegido otro camino.
- No conozco a nadie que sea un conformista, es decir, todos queremos más de lo que tenemos y se nos da por pensar que pasaría si lo tuviesemos.
- Pensar, dentro de lo que cabe, es bueno, refuerza tus neuronas (que no defensas) sin necesidad del L-casey imunitas (o como se llame).
Aunque también es cierto que, a veces, es mejor pensarse las cosas dos veces antes de actuar y la mayoría de la gente no lo hace. Así nos va...
Un consejo: no te ralles tanto, actúa un poco más y actualiza más a menudo :P
Besiños.
12:56 p. m.
Si bien es cierto que es inevitable pensar en el "ysi" (¿y si.....?) mi conclusión es diferente y evita que le dé excesivas vueltas a mis decisiones y sus consecuencias; porque la verdad es que en la mayor parte de las ocasiones, cuando me vuelvo a plantear la situación, me doy cuenta que volvería a repetir la mayor parte de las acciones (y en las que no, procuro creer que me ha servido de algo ¿o será autoconvencimiento por mi salud mental? prefiero no pensarlo...).
Con lo cual, ¿para qué darle vueltas a algo que sabes volverías a repetir? En ocasiones estamos tan preocupados por las consecuencias de nuestras acciones que no no vivimos nuestra vida.
9:29 p. m.
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