14.2.05

Paseo

Muchos dicen que estoy loco de atar, otros dicen que les hace gracia. Pero la verdad es que como decía Dennis Hopper en Speed "Los pobres están locos, los ricos....somos excéntricos". Creo que es la mejor explicación para el hecho de que posea una iglesia en plena zona de combate.

Si, habeis leido bien, una iglesia. La adquirí con el dinero que saqué, junto con mis compañeros de equipo, vendiendo cadáveres de mutantes. Mutantes que "fabricaban" con una droga preparada en el ático de esta iglesia. Una historia muy interesante que será relatada en su momento.

Y, como otras muchas tardes tan aburridas como lluviosas, opté por dar un paseo hasta allí. Tengo habilitado el antiguo laboratorio de drogas como una pequeña biblioteca. Nada del otro mundo: unas sencillas estanterias de madera mal lijadas por unas manos más acostumbradas a destruir que construir, un par de cómodos sillones perfectos tanto para leer como para permitir que días como este te adormezcan al ritmo de la lluvia golpeando en la, también nueva, ventana. Como accesorios solo tres cosas: un reproductor de audio, una cafetera express de segunda mano (las nuevas no hacen un cafe tan lleno de sabor) y una lámpara de luz regulable. Y es que no es lo mismo leer que escuchar música, o tomar un café mientras hablo con las escasas visitas que recibo en mi refugio.

Lo único malo de estas tardes es, por decirlo de alguna manera, la hipocresía. Y es que los a penas veinte minutos caminando se convierten generalmente en un cúmulo de pensamientos. La zona de combate no es un sitio lleno de flores o agradables olores, al menos en las aceras. Por que incluso en sitios como este puedes encontrarte agradables locales donde entrar por un café, una infusión o una taza de chocolate y asi escapar del frio y el hedor de los barrios olvidados.

Primera hipocresía, una sociedad que se divide, unos olvidados que me hacen recordar lo que se supone que somos como especie. Y es que en medio de toda esta podredumbre visual puedes encontrar y disfrutar de las mejores vitudes del ser humano. Del otro lado del alambre de espino y las barricadas encuentras la limpieza visual, los jardines, las casas repintadas cada precioso verano. Pero es ahí donde sufres y convives con los peores defectos.

Siguiendo por las aceras de la miseria, pobreza material quiero decir, puedo ver a gente de grandes recursos, bonitos coches y muy feos negocios entregando una limosna a alguno de los sin nombre. Yo nunca lo hago. Segunda hipocresía, ¿Para que darle ayuda a alguien? ¿Que arreglo con eso?. Acaso si mañana me encargan su eliminación, ¿voy a decir que no?. Es mi trabajo, mi cargo de conciencia. Pero es lo que hay, no sirve de nada ayudar a cenar esta noche a alguien al que tú mismo puedes llegar a eliminar antes del desayuno que ni tendría ni suele tener.

Tambien veo como se cruzan, aunque no mucho por motivos evidentes, individuos que se que se han enfrentado en algun momento de sus "negocios". Natural en este tipo de sociedad. Gente que ha intentado despellejarse (li-te-ral-men-te) o cosas todavia peores, pero que por algun extraño motivo dejaron el tema aparcado. Y lo mejor es que se saludan y se preguntan que tal les va. Tercera hipocresía, ¿como puedes hablar con alguien que te ha intentado arracar la piel a tiras?. ¿Como puedes fingir que todo eso no ha sucedido?. Supongo que soy el mas rencoroso de los que habitan y pasean por la calle de la contradicción. Pero yo no puedo con eso, me cuesta el alma (si, ese alma que no siempre sé si aún conservo). Asi que debo ser yo el raro. Lo normal debe ser perdonar o, mas hipócritamente, aparentar olvido y alimentar rencor.

No me gusta definirlo como "lo malo de estas tardes" porque, sencillamente, forma parte injusta e irremisiblemente de mi vida, de mi mundo. Y no es malo, no puede serlo, el hecho de permitir que lo que te rodea entre en contacto contigo, aunque no te guste.